Una investigación reciente de la Universidad de Tucson (Arizona, EEUU) revela que en nuestro lugar de trabajo convivimos a diario con algunos objetos aparentemente inofensivos que, por el contrario, pueden estar muy sucios. Hasta el punto que a veces podría resultar más inocua la taza del váter que la máquina del café.

El estudio, llevado a cabo por el prestigioso académico Charles Gerba (conocido como “Doctor Germen”), pone al descubierto la gran cantidad de bacterias que pueden contener muchos elementos de uso cotidiano si no mantenemos una higiene constante en nuestro día a día laboral.

Aquí os dejamos una lista con ocho de estos objetos de oficina que contienen una mayor presencia de bacterias:

Fax: Hoy en día se envían muchos menos faxes que hace unos años, pero esto no impide que los botones de la impresora comunitaria a menudo estén menos limpios de lo que sería deseable.

Bolígrafo: Otra herramienta que cada vez se usa menos en el entorno de trabajo actual, basado en las pantallas y el teclado, pero que recoge todos los microbios que se acumulan entre nuestros dedos.

Ascensor: Seguimos con los botones, y es que los del ascensor son los únicos que nadie en la oficina puede evitar pulsar a diario. Especialmente, el que nos lleva a la planta baja. Este interruptor puede contener hasta diez veces más gérmenes que la tapa del retrete.

Teclado y ratón: Omnipresentes e imprescindibles en prácticamente cualquier espacio de trabajo. Seguramente son los objetos con los que más interactúas cada día, así que también son los más propensos a acoger bacterias y otros microorganismos no deseados, especialmente si comes delante de ellos.

Escritorio: Trabajamos, comemos, hablamos, estornudamos, recibimos visitas… todo ello en nuestro escritorio, unidad espacial básica de nuestro puesto laboral. A veces no está de más una limpieza a fondo del escritorio, si tenemos en cuenta que suele tener una cantidad de gérmenes 14 veces mayor que la taza del inodoro.

Bolso: Prácticos y manejables, en nuestros bolsos metemos toda clase de objetos que usamos con mucha frecuencia. Sin embargo, lo más probable es que constantemente lo estemos llenando con cosas para las que no tenemos espacio (desde paquetes de chicles hasta pintalabios, pasando por pañuelos o comida) y que no limpiemos nunca su interior, lo que lo convierte en uno de los complementos más repletos de gérmenes de nuestra vida diaria.

Teléfono: Es uno de los aparatos más socorridos de la oficina. A pesar de hablar por teléfono durante horas cada semana, y las pequeñas emisiones de saliva que expulsamos sin querer, raramente limpiamos el auricular –ni siquiera de forma superficial–, por lo que los microbios campan a sus anchas cada vez que descolgamos.

Taza: Da igual que contenga café, té, leche o zumo: si no la limpiamos concienzudamente, nuestra taza es el objeto más sucio y lleno de gérmenes de la oficina. Concretamente, hasta 37 veces más que la taza del váter. Para evitar este foco de insalubridad haremos bien si vamos mucho más allá de una breve y desganada friega con la bayeta compartida.

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